Vestidos de flamenca, peinetas, música de sevillanas, manzanilla, tortillitas de camarón y, sobre todo, color y alegría. Estamos en la Feria de Abril de Sevilla de 2010.
Después de unas 5 horas de viaje automovilístico con mi familia de Madrid a Sevilla, el viernes 23 de mayo llegamos a nuestro destino a las 14:00h para participar en la "jarana" de la ciudad sevillana. En medio de las dobles, triples y cuádruples filas, donde la gente deja los coches sin el freno de mano para que el resto de ciudadanos puedan moverlos y así alcanzar su querido vehículo bloqueado, conseguimos aparcamiento (correctamente estacionado) y entramos en el que será nuestro lugar de descanso durante el fin de semana, y de higiene por supuesto, Hotel NH Plaza de Armas.
Habitación amplia, luminosa, moderna... Pero lo importante no es el dormitorio sino la locura y los nervios de la preparación. Horquillas por un lado, adornos por otro:
- ¿Para quién son estas flores?
- ¡Mamá! ¿Dónde está mi vestido?
- Pues hija en la maleta o en casa, no puede estar en muchos sitios más.
- Que sea en la maleta, por favor. Que sea en la maleta.
¿Mi elección? Traje de flamenca, que no de sevillanas (estamos en Sevilla y hay que hablar con propiedad), de color rosa pálido, sin mangas, flor blanca, alpargatas del mismo color (comodidad ante todo)y pañuelo de flores. Y después de casi hora y media de preparativos, el resultado creo que era bastante bueno y creíble:- ¡Ole! ¡Las niñas andaluzas! ¡Ole! ¡Qué niñas más guapas!
Quitando la posibilidad de que el caballero no llevase en ese momento sus gafas correspondientes, el comentario fue bastante gratificante. Continuamos nuestro camino hacia la caseta "Los Carrozas", situado en la calle Gitanillo de Triana. Estas casetas suelen tener seguridad en la puerta pero teníamos pleno acceso porque mis padres son amigos de los hijos de los primos de los amigos de los tíos... Es decir, que podíamos entrar. Son las 16:00h y aquí comienza el verdadero ritual: bailes al son de la música, jamón, picos (colines), queso, adobo, tortillitas de camarón..., y la típica manzanilla; los hombres con el codo sobre la barra y las mujeres en corrillo. Y entre medias: bailes, cantos, risas y colorido ante las inmensas variedades de vestidos que te encuentras. No hallarás ninguno igual.
El ritual de los niños: juegos, risas, helados, bolsa de patatas, bailes imitando a los adultos... y, sobre todo, los "cacharritos". Y os preguntaréis, ¿qué son los "cacharritos"? Y no es raro porque yo la primera vez que lo escuché me planteé la misma cuestión. Muy sencillo: las atracciones de toda la vida como la alfombra voladora, el barco pirata, los coches de choque, la noria... Aunque os digo que es mejor escuchar "cacharritos" que la "Calle del Infierno", que si no sabes que es la calle donde se encuentran los "cacharritos", asusta un poco al principio.
- ¿Pero a qué tipo de calles van los críos de hoy en día?
Cuando tienes la panza llena, se dan comienzo a las caminatas por toda la feria dando gracias por traerte las alpargatas y no esos estupendos tacones que tenías pensado. Parece una tontería, pero te encuentras mujeres con el lema "antes muerta que sencilla". Y, si tienes la posibilidad, también paseos en coche de caballos.
Con la noche llegan las espectaculares luces, que mejora con creces tu perspectiva de la feria y que no tiene nada que ver con lo que habías visto durante el día. Es algo mágico. Y la fiesta continúa hasta que el cuerpo aguante: las 3:00, las 4:00, las 5:00 e incluso hasta la mañana siguiente si puedes mantenerte en pie sin dormirte. Y el sábado más. Es verdad que si vas sin tener caseta, que es la gracia del asunto, puede resultar un poco aburrido. No obstante, llevamos varios años acudiendo a la Feria de Abril (no continuo porque no siempre es posible) y no sé si variará la experiencia según si tienes o no caseta a la que ir, pero la mía siempre es favorable y siempre quiero volver, aunque cuando llegamos a casa necesitemos una semana entera para recuperarnos.
Mad Patricia Casas
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